Creo que toda la gran arquitectura converge en un punto de quietud, la quietud que busca la conciencia humana [...]. Pero creo que las ciudades de hoy son mucho más complejas y densas, y que hay una necesidad real de crear espacios que sugieran soledad y libertad espiritual. Creo que eso se logra mediante el orden y la sencillez, y no mediante ornamentos sucesivos. Tiene que ser una calidad que la gente perciba inconscientemente, una sensación de conciencia y contemplación. Si ofrecemos la esencia del espacio y la forma, el individuo la completará con su imaginación.