Como una doncella tierna y de poca edad, y en todo extremo hermosa, a quien tienen cuidad de enriquecer, pulir y adornar otras muchas doncellas, que son todas las otras ciencias; pero esta tal doncella no quiere ser manoseada, ni traída por las calles, ni publicada por las esquinas de las plazas ni por los rincones de los palacios. Ella es hecha de una alquimia de tal virtud, que quien la sabe tratar la volverá en oro purísimo de inestimable precio; hala de tener el que la tuviera a raya, no dejándola correr en torpes sátiras ni en desalmados sonetos; no ha de ser vendible en ninguna manera, si ya no fuere en poemas heroicos, en lamentables tragedias, o en comedias alegres o artificiosas; no se ha de dejar tratar de los truhanes, ni del ignorante vulgo, incapaz de conocer ni estimar los tesoros que en ella se encierran. Y no penséis que yo llamo aquí vulgo solamente a la gente plebeya y humilde; que todo aquel que no sabe, puede y debe entrar en el número de vulgo; y así, el que con los requisitos que he dicho tratara y tuviese a la Poesía, será famoso y estimado su nombre en todas las naciones políticas del reino.
