La regulación existente sobre los grupos de sociedades -estructura empresarial que domina el tráfico económico actual- se presenta dispersa e insuficiente y no alcanza a dar respuesta a sus problemas más inmediatos. Entre éstos, sin duda, destacan las cuestiones en materia de responsabilidad, que afectan intensamente a diversos intereses presentes en el tráfico (accionistas, acreedores). Junto a la carencia legislativa, la labor doctrinal tampoco ha llenado, al menos parcialmente, tal hueco, lo que ha conducido a una pobreza de soluciones de los tribunales, que recurren excesiva y, con frecuencia, incongruentemente, a la técnica del levantamiento del velo. El autor se adentra en el ámbito más concreto de su responsabilidad desde una doble perspectiva; la posible responsabilidad de la sociedad dominante como consecuencia de haber tomado el poder de dirección y la responsabilidad que asume el órgano de dirección de la matriz en su papel de adminisrador del grupo. Desde el primer plano, se reconoce la legitimidad de la estructura empresarial de grupo y, partiendo de las normas aisladas existentes, se articula su responsabilidad conforme a los parámetros del grado de centralización del grupo y la conducta de la matriz. De igual modo, cumple a la matriz el deber de fidelidad como socio de control de las dominadas. Desde el segundo plano, los administradores de la dominante se someten al estándar de diligencia del art. 127 LSA, en mayor medida según aumente el grado de centralización del grupo que dirigen. Finalmente, el trabajo incorpora otras cuestiones no menos importantes (la carga de la prueba, la legitimidad para el ejercicio de las acciones correspondientes) y, además atiende, en sede de grupos, al cada vez más frecuente seguro de responsabilidad civil de los administradores.