Tirso lleva al escenario la sociedad de su época siguiendo el esquema característico de la doble acción amorosa, que termina en doble boda o que transcurre en paralelo junto a una acción histórica. Además afronta casi todos los subgéneros teatrales que la escuela de Lope le suministra, aunque en la dualidad barroca (unión de lo cómico y lo trágico) no hay subgénero totalmente puro. La gran nota distintiva del teatro tirsista es el carácter del personaje como núcleo generador de la acción, característica que acusan varios de sus títulos como El melancólico o La celosa de sí misma. Tirso crea un teatro desde el personaje, con una raíz psicológica que se convierte en movimiento escénico y lo determina. En sus comedias destaca el fuerte temperamento de las damas, que saben bien lo que quieren y ponen los medios para lograrlo. Frente a esta voluntad firme, los galanes suelen ser personajes manejables y manejados por sus oponentes femeninos: la doña Violante de La villana de Vallecas es arquetípica.