Si lo expresado en susurros durante casi cuarenta largos años, de repente, se ha comenzado a escuchar a voces y a las claras, es obvio que ha tenido lugar una transformación importante. Esto le ha sucedido a la Iglesia en Cuba. De estar censurados y a la zaga ha pasado a ocupar la primera fila. ¿Cuánto tiempo podría gozar la institución eclesiástica de este privilegio?