Toma en serio la renovación desde sus raíces del problema tradicional del Ser, que Ortega y Gasset formula como programa en la idea de principio en Leibniz. Renunciando a ensayar una biografía intelectual de Ortega y a tomar partido sobre la originalidad, veracidad e incluso buena o mala fe del filósofo madrileño, intenta, de un modo apasionado, aproximarse a los textos porque si de verdad nos interesa ortega es porque nos interesamos por nosotros mismos: No hay más que una manera de salvar al clásico: usando de él sin miramiento para nuestra propia salvación. Toma como referencia la vía orteguiana, como variante de la vía fenomenológica clásica, para poder desde ahí atacar la pregunta: ¿Cómo es que lo que hay a mi alrededor se me presenta como un mundo de entes, como algo que, en sentido estricto, es? Ésta y otras preguntas se nos agolpan al dar una primera vuelta a la cuestión del Ser y el pensar.