Este libro analiza la contribución de la educación física al reforzamiento de las imágenes de la feminidad y al desarrollo de las conductas adecuadas al género del alumnado. Constituye la primera crítica de la educación física femenina en las escuelas, pero también presenta alternativas positivas y numerosas recomendaciones prácticas. Su autora insiste en el potencial real que tiene la educación física para rebatir argumentaciones sobre limitaciones físicas y la subordinación de las mujeres, y para desarrollar una escolarización antisexista.