El tránsito de siglo define los intereses estéticos de dos generaciones que nacen en el Romanticismo y terminan por internarse, por una parte, en el Realismo y, por otra, en el Impresionismo. Acostumbran a ser artistas viajeros que completan su formación en Roma o París y conocen los lenguajes europeos de finales del XIX. Es el caso de Brocos, de Serafín Avendaño o Germán Taibo, con un modo diferente de captar la realidad, al igual que la Generación Doliente, que elabora un sentimiento distinto del paisaje, de profundo lirismo.