En un salón de una villa deshabitada, hay un diván, y varios sillones. Una ventana deja pasar la luz invernal. Se oye el ruido del mar. La luz del invierno es brumosa y sombría. Allí están un hombre y una mujer. Nuestra presencia los deja indiferentes. Están de pie, recostados en las paredes, en los muebles, como agotados. No se miran. En el salón hay dos bolsas de viaje y dos abrigos, pero en diferentes sitios. Han llegado por separado. Se diría que tienen treinta años; se dirían que se parecen. Un hombre y una mujer, hermano y hermana, una tarde de invierno vuelven a encontrarse en una villa que el padre de ambos había comprado el año del nacimiento de la joven. La villa y la joven se llaman Agatha. Allí, en ese lugar que roza el mar, los dos hermanos han pasado muchas vacaciones; y allí, en ese lugar cargado de presencias, los dos se encontraron en el amor y en el deseo, un deseo más fuerte que el amor. Ella tenía quince años, y él, diecinueve.