La Segunda Guerra Mundial fue el primer conflicto en el que el motor pasó a ser la herramienta decisiva. Se emplearon máquinas de todo tipo en tierra, mar y aire, convirtiendo la lucha en una pura esencia de la batalla: el carro de combate. Durante seis largos años los blindados impusieron su ley en tres continentes, y en la imaginación popular se convirtieron en la más pura encarnación del dios de la guerra. De todos los carros empleados, los alemanes son, de lejos, los que más han atraído la atención del público. Los panzer ocupan el sitial de honor en museos, exposiciones, hemerotecas... 70 años después de la guerra siguen publicándose puntualmente colecciones de maquetas, revistas e incluso enciclopedias completas dedicadas a ellos.