A CRUZ GONZÁLEZ Sólo sirven tus manos para escribir tu nombre, manos de hambre y humo de batalla gastadas manos que acarician el vientre de la noche cuando el viento arrastra guajiras desterradas de tus pechos. No sirve tu nombre más que para firmar tus robos: esas letras juntándose en el aire de un abril campesino, lágrimas de vino rodando por el rostro del mundo, aquellas palabras sin dueño. No tienes cuerpo, eres pequeña e inútil, sólo tu voz, esa voz cuidada y ajena es merecedora de las letras con que firmas, tu sentencia de muerte.