La cuestión de la identidad no es una cuestión metafísica sino esencialmente cultural y política y, por tanto, mudable. La identidad es una, pero no es algo fijado, evoluciona por sus propios procesos de identificación, de asimilación y de rechazos selectivos, y se va transformando a lo largo de la historia. El caso de Navarra así lo demuestra. La Navarra actual constituye para unos la auténtica y verdadera Navarra; para otros, no es más que la parte exigua de una gran Navarra olvidada y por recuperar. No existen identidades inmutables ni cambios irreversibles en materia de identidad.