La cerámica romana, en palabras de Nino Lamboglia, tiene una gran potencialidad come mezzo y tambien como fine. De una parte como herramienta datante, clave por su notable perdurabilidad y elevada frecuencia en prácticamente todos los yacimientos de la Antigüedad, siendo en ocasiones el único elemento para situar a los yacimientos en su contexto temporal; y por otra como instrumento de análisis económico, más allá de la información geográfica, comercial o funcional que aporta. La conclusión a la que se llega tras la lectura de este libro que un concienzudo análisis tipológico de la producción correspondiente en conexión con otras clases por contextos cerámicos aporta mucha frescura e interesantes ideas, que catalizadas por el tamiz estratigráfico cobran especial relevancia. Estamos asimismo seguros que este tipo de trabajos acabarán imponiendose en la ceramología hispanorromana, algo que, desgraciadamente, no ha sido la tónica habitual hasta ahora; aunque tambien es cierto que desde hace ya un par de decadas las cosas están cambiando. Y es que las miserias y sensibilidades mal entendidas de los arqueólogos directores de las excavaciones no permiten, en la mayoría de las ocasiones, disponer al investigador de toda la información necesaria para realizar un estudio con todas
