Tenían 20 años o poco más, y una meteórica carrera delante de ellos. Pero la vida tenía previsto otro destino: accidentes de avión y de coche, sobredosis y envenenamientos, suicidios y ruletas rusas... El rock and roll, cuando maldice un destino, quiere furor y sangre, pero también triplicar las ventas y transformar el vinilo en platino y la posteridad en una máquina tragaperras.