Hablar de arte, como terapia, significa poder esclarecer con la lógica racional los conceptos, y, seguidamente, —con la expresión y la práctica material— eximirlos a fin de poder abrir el estado subconsciente y entrar en el mundo de la pasión, para así aunar y convertir con el amor la emoción en sentimiento, la polaridad en Unidad. Cuando ambas causas (lógica racional y amor) trabajan al unísono, se consigue: equilibrar,dar coherencia y armonizar al ser humano, con el propósito de que éste pueda despertar a una ‘objetividad’ diferente a la habitual. Objetividad que se encuentra atrapada, indudablemente, por creencias, traumas, frustraciones y egos. No es lo qué se hace, ni tampoco cómo se hace, sino desde dónde se hace, y curar estas derramas ancestrales es la obligación pendiente de la humanidad. Vivenciar, exponer y definir esotéricamente es aortar conscientemente a esta encrucijada, el poder, el tener y el ser un punto de apoyo desde el cual poder comenzar, holísticamente, a sentir y atestiguar las cosas. El acertar y tal vez aún más, adentrarse e interpretar la Unidad es el trabajo que aquí se puede contemplar. El deseo de agrado o desagrado por parte del ‘yo’, no justificará ni el rechazo ni la aceptación de la obra, ya que el fin de esta exposición esotérica trasciende esos valores egóticos.