A Leibniz se le puede llamar con justicia el hombre de las definiciones. Y ello no sólo porque sus proyectos de una característica y una enciclopedia universales le llevaran a elaborar larguísimas listas de ellas, sino también porque el filósofo permaneció siempre fiel a una máxima ya enunciada en su juventud: no aceptar ninguna proposición sin prueba ni ninguna palabra sin definición. Por ello, al estudioso del pensamiento de Leibniz —y de la filosofía en general— habrá de resultarle útil disponer de un repertorio de las definiciones de los conceptos metafísicos que el filósofo de Hanóver dejó diseminadas en multitud de escritos de variadísima índole. Contribuir a la obtención de ese elenco es el objeto principal de este Léxico, que quiere llenar así, en alguna medida, un vacío en los estudios leibnizianos.