Se trata de un poemario compuesto de dos partes muy diferentes en cuanto a estilo,pero complementarias. La primera composición actúa como decorado de la segunda. Y celebra un claro homenaje a la piedra, tan presente. La segunda composición representa la obra. Y es, sencillamente, un paseo nacido del contacto y la contemplación de Lerma. Un paseo que comienza su andadura en el momento que nuestra mirada atrapa su silueta. Sobre todo, por sus tramos norte y noroeste. Cada poema, aderezado con detalles referentes a vivencias, costumbres, personajes, sentimientos, nos acerca a una zona deterinada de la Villa. Cada verso, nada caprichoso, bien pudiera ser una voz diferente y personal: tantas voces como versos tiene uno de los poemas. Pero no, solo es la del paseante enamorado que llevamos dentro.