FRAY JUAN SÁNCHEZ COTÁN Tañó en silencio la última campana y un blanco vendaval quedó surcando el áureo tornasol, donde iba alzando su bruna contrición el alba cana. El patio en derredor, era la arcana historia conventual, muros templando los místicos latidos, salpicando de Dios la sinrazón de la mañana. Sumido en su quehacer, el lucernario destellaba en azul un mar de luces que apocaban la flor de su paleta. La mano se eclipsaba en el breviario, mientras la sombra en reja de las cruces desgranaba los gestos del asceta.