El castillo se alzaba en la extremidad de un espolÛn rocoso. Espesas masas de helechos de la altura de un hombre bordeaban el sendero. Cuando el joven Albert, ?ltimo vástago de una familia noble y rica, rebasÛ la puerta, ya el destino había dispuesto el juego perverso que culminaría en un triángulo sobrecogedor. Pronto, un mensaje le anuncia la llegada de su amigo Herminien, ángel negro y fraterno, y de Heide, mujer de belleza radiante, a la vez infernal y divina.