No están aquí todos los que son, ni los bares ni los escritores, porque son tantos que resultaría imposible albergaron a todos. Hemos intentado, en una veintena de relatos, contar esa Malasaña que fue y que es todavía, tejida con hebras de la noche, pero hecha también de los hilos que se trenzan en algunos de sus bares durante el día. Las persecuciones varias sólo han logrado desplazar las pasiones, adelantarles el reloj, pero no apagarles los latidos. Algunos de los autores presentes en esta antología han vivido el barrio y sus bares minuto a minuto, otros pasaron por allí y todavía lo recuerdan, en ambos casos siguen aquí, en la primera parte del libro, llamada “ Parroquianas Habituales “, y de alguna manera siguen también en esos bares, esperando la próxima copa o el próximo desengaño.