Para llegar a la verdad, empieza por contacta con la luz interior de nuestro ser, para verla y discernirla de la falsedad de las apariencias. Porque nuestra única felicidad la encontraremos siempre en la verdad. Recuerda que por tanto la verdad como la felicidad no están lejos ni cerca. Conocer la verdad es nuestra felicidad, cuando es obra y producto del discernimiento personal y libre. Entonces los problemas se disuelven y se encuentra sentido a toda la manifestaciones de la vida en los acontecimientos de la existencia cotidiana, desde los más triviales hasta los más graves y trascendentales.