Mediante antiguos procedimientos el ángel exterminador me induce un sueño y toma la forma de un rockstar adolescente que me hace pasar a su camarín para que le chupe la verga a cambio de dos generosas rayas. Otras veces se convierte en una dama cruel capaz de gozar sólo en el juego de la humillación O en un anciano y laureado escritor que me invita a un trago