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DRAMA EN MEXICO. AVENTURA DE TRES RUSOS Y TRES INGLESES de VERNE, JULIO
DRAMA EN MEXICO. AVENTURA DE TRES RUSOS Y TRES INGLESES

Autore
VERNE, JULIO
Editor
PORRUA
Isbn
9789684523296
Fecha pub.
1980
Clasificación
Narrativa extranjera contemporanea
Precio
€ 8,00

El 18 de octubre de 1825, El Asia, navío español de alto bordo, y La Constancia, bergantín de ocho cañones, recalaban en la isla de Cuajan, una de las Marianas. Hacía seis meses que estos buques habían salido de España, y sus tripulaciones, mal alimentadas, mal pagadas y abrumadas de fatiga, se agitaban sordamente en proyectos de rebelión. Los síntomas de indisciplina se habían revelado más especialmente a bordo de La Constancia, mandada por el capitán Ortega, hombre de hierro, incapaz de doblegarse a nadie. Ciertas averías graves tan imprevistas que no podían atribuirse sino a la malevolencia, habían detenido el bergantín en su travesía, y El Asia, mandada por don Roque de Guzuarte, se había visto obligado a recalar Con él. Una noche la brújula se había roto no se sabe cómo; otra faltaron los obenques de mesana, Como si hubieran sido cortados y el palo cayó Con todo su aparejo. En fin, las trozas del timón se habían roto dos veces durante una importante maniobra. La isla de Guajan, Como todas las Marianas, depende de la capitanía general de Filipinas. Los españoles, estando allí en su casa, pudieron reparar prontamente sus averías. Durante aquella estancia forzada; en tierra, Ortega instruyó a don Roque de la relajación que había observado en la disciplina a bordo del bergantín y los dos capitanes convinieron en redoblar su vigilancia y severidad. Ortega tenía que vigilar especialmente a los hombres de su tripulación; el teniente Martínez y el gaviero José. El teniente Martínez, habiendo Comprometido su dignidad de oficial en los conciliábulos del castillo de proa, había tenido que ser arrestado muchas veces, y durante este tiempo el aspirante Pablo le había reemplazado en las funciones de teniente de La Constancia. En cuanto al gaviero José era un hombre vil y despreciable, que no pesaba los sentimientos sino a peso de oro, y que en estas circunstancias se vio estrechado de cerca por la honradez del contramaestre Jacobo, en quien Ortega tenia entera confianza.


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