Todo autor hace un pacto implícito o expreso con el lector. El mio es claro y nada presuntuoso. Pienso que al comprar mis libros el lector me contratata para que investigue por cuenta suya. Me considero, pues, un detective a sueldo. Más que a la estirpe de los científicos, pertenezco por vocación y destino a la de los investigadores privados. Así comienza este libro, que es en efecto, la aclaración de un misterio. ¿Por qué ha desaparecido el concepto de voluntad de los libros de psicología?