John Grisham nos acerca a la epopeya de Ronald Keith Willliamson y su amigo Dennis Fritz, víctimas de un montaje policial, arbitrariedades judiciales, violaciones de los derechos humanos y, sobre todo, de un sistema legal corrupto que se lavó las manos y permitió que permanecieran en prisión durante doce años acusados de un crimen que no habían cometido. La crónica novelada de una ignominia judicial.