Septiembre de 1899. En una pequeña ciudad de provincias del Imperio austrohúngaro, Alondra, la hija de los Vajkay, se dispone a pasar una semana de vacaciones con sus tíos. Durante esos días coincidirán la alegría de vivir con la ausencia de esa hija solterona y poco agraciada, cuya presencia da sentido y a la vez condiciona la existencia de los Vajkay.