Distinguía Giuseppe de Lampedusa dos clases de escritores: los que se preocupaban por no dejar ni un cabo suelto, por expresar todos los matices y librar así al lector de la responsabilidad de deducir; y los que, en cambio, establecían una complicidad secreta con el lector, invitándole a colaborar y a identificarse más estrechamente con el libro que tiene ante él. José A. Mesa Toré (Málaga, 1963) pertenecería a estos últimos por el tono de su escritura: un intimismo sugerente que nos cuenta detalles de la historia, sabiamente escogidos, y que lo hace a través de un personaje que participa del talante de ciertos héroes románticos, un amigo imaginario semejante al doble inventado por Musset en sus Noches (como si fuera un hermano) o al los protagonistas jóvenes de Stendhal, héroes descreidos moviendose entre la pasión y un leve hastío que, según parece, es rasgo generacional. >>