La solución, en las malas ficciones policiacas, es de orden material: una puerta secreta, una barba suplementaria. En las buenas, es de orden psicológico: una falacia, un hábito mental, una superstición. Ejemplo de las buenas -y aún de las mejores- es cualquier relato de Chesterton . (...) En este libro póstumo, los problemas son también de naturaleza verbal. Se trata de un rigor adicional que el autor se ha impuesto. El héroe, Mr. Pond , dice con naturalidad misteriosa: Claro, como nunca estaban de acuerdo, no podían discutir o Aunque todos deseaban que se quedara, no lo expulsaron y refiere luego una historia que asombrosamente ilumina esa observación.