En un balneario algo trasnochado convergen temporalmente ocho personas cuyas circustancias se van entretejiendo paulatinamente hasta formar, con la precisión de una telaraña, una trama en la que todos, directa o indirectamente, acaban viendose atrapadosá: el músico celebre y la hermosa enfermera que quiere quedarse embarazadaá; la celosísima esposa del músico y el joven mecánico enamorado de la enfermeraá; el ex convicto, víctima de las purgas de su país, que va a despedirse de la muy cerebral Olgaá; el ginecólogo, con sus fanfarrones proyectos demográficosá; el rico excentrico, una versión de santo moderno. La despedida tiene la ligereza y la magia de un vals, de un sueño de una noche de verano. Pero, tras esta forma intencionadamente frívola, se oculta la pregunta más graveá: ¿merece el hombre vivir en esta tierraá? ¿Acaso no hay que liberar el planeta de la garras del hombreá? En este sentido, cuesta imaginar algo más glacial y más profundo que la aparente ligereza de Kundera .