Esta biografía causó en Francia un gran revuelo porque por primera vez se quebrantaban, con datos irrefutables, ciertos mitos, hasta entonces intocables, acerca de la vida y la obra del autor de Madame Bovary. Tuvo que ser un biógrafo extranjero, de la talla de Herbert Lottman, quien se atreviera a contrastar documentos, en particular su abundante correspondencia y la de sus amigos, a rebuscar en archivos y a enfrentarse con los llamados enigmas en torno a su vida : su presunta incapacidad infantil, su gran amor adolescente por Elisa Schlesinger, las repercusiones de la epilepsia en su obra, o sus relaciones amorosas con la insoportable Louise Colet y con la misteriosa institutriz inglesa Juliet Herbert. Aquel a quien se tenía por el idiota de la familia o el ermitaño de Croisset aparece aquí como un adolescente despierto, conversador, sociable, y más tarde como un hombre inquieto, viajero y preocupado por su carrera literaria en París, donde frecuentaba el gran mundo político e intelectual.