La economía es, sin duda, uno de los aspectos que más atrae la atención de los actuales debates políticos. No podría ser de otra manera si el bienestar de cada sociedad depende precisamente de la clase de decisiones económicas que tomen los gobernantes y de las leyes que regulan tanto la conducta económica de estos últimos como la de los individuos. Ahora bien, la eficacia de tales decisiones y leyes no depende únicamente del conocimiento económico técnico que posean sus responsables, sino que de la concepción que se tenga del ser humano, el bien común, la justicia, etc. Ciertamente, el bienestar general al que apuntan las decisiones económicas no es una realidad que pueda ser capturada en toda su riqueza desde el conocimiento estrictamente económico. Su comprensión depende de una reflexión filosófica que abarque todos aquellos aspectos que han sido mencionados y los ponga en relación con lo específicamente económico de las decisiones políticas. Esto es, de la misma manera en que las decisiones orientadas a la búsqueda de los medios más eficientes para la obtención de un fin suponen un conocimiento preciso sobre el contenido de dicho fin, toda decisión política que tenga relación con lo económico reclama la definición de una serie de aspectos de la vida humana, sin los cuales el bienestar mismo no valdría la pe...