Tal vez las cuestiones del Derecho marítimo carezcan del brillo y atractivo propios de otros sectores del Derecho comercial más novedosos y amparados en la revolución tecnológica. En cierto sentido, en el Derecho marítimo se respira un aire de cierto romanticismo antiguo, una permanencia de la tradición más acendrada del Derecho inglés. Y ello a pesar de un talante cosmopolita que pocos sectores del ordenamiento jurídico pueden reclamar para sí, pues añadir al Derecho marítimo el adjetivo internacional es con seguridad una redundancia innecesaria.