La carrera incompleta de un genio de la cinematografía. Stanley Kubrick fue uno de los cineastas más apreciados de todos los tiempos, pero también uno de los más enigmáticos. Irrumpió en el mundo del cine a los 26 años con la ambiciosa producción independiente El beso del asesino y, poco después, dirigía a Kirk Douglas, Laurence Olivier y Peter Sellers en trabajos tan influyentes como Lolita o Espartaco. Habiéndose ganado el apoyo de actores, productores y estudios cinematográficos desde sus primeras películas, Kubrick supo hacerse con el control creativo que necesitaba para producir obras maestras incontestables como 2001, una odisea del espacio, La naranja mecánica, Barry Lyndon o La chaqueta metálica. Kubrick, quien momentos antes de su inesperada muerte se encontraba ultimando el montaje de Eyes Wide Shut, legó una obra críptica y brillante en todos los sentidos.