25 de julio de 1943. La situación del dictador italiano Benito Mussolini es poco menos que desesperada. Los aliados acaban de desembarcar en Sicilia y el rey Víctor Manuel, amigo personal del Duce, se ve obligado a prescindir de sus servicios en favor del «gran traidor», Pietro Badoglio. «Mi querido Duce, las cosas no pueden continuar así —le dice el rey—. Italia está destrozada. La moral de nuestro ejército está por los suelos y los soldados no quieren seguir combatiendo.» Pero la rendición de Italia podía resultar catastrófica para los nazis, que contaban con su socio mediterráneo para ayudarles a defender el frente sur contra los aliados. Los alemanes temían que, si los italianos abrían de repente sus puertas al enemigo, las tropas británicas y americanas podrían lanzar una ofensiva contra el Tercer Reich, que ya estaba inmerso en una lucha desesperada en el este contra el gigan- tesco ejército ruso. Skorzeny, un aventurero austriaco de demostrada eficacia en delicadas operaciones militares secretas, fue llamado por Hitler en persona: «Hay que rescatar a Mussolini de forma inmediata, de lo contrario se lo entregarán a los aliados». Así empieza una de las más extraordinarias aventuras militares del siglo XX.