En Pateras de seda , el reloj es una vía de tren. Y la edad –cierta edad- es un espacio por el que se puede viajar. De la hija al padre (o viceversa). Desde el miedo hasta las mariposas blancas. De la ambición a la ironía. Desde la profunda sospecha hasta la metáfora más sencilla. Pateras de seda cuenta un tránsito conocido y vulgar. Es decir, un tránsito esencialmente poético.