?Leyendo Piedras, más de una vez me he preguntado si no setrataba de un lenguaje confinado en sus propios significados, sinmás realidad que su prestigio. ¿Por qué no ir a ver, me dije, losobjetos de los que habla? Después de todo, nunca he observadouna piedra, y en cuanto a las llamadas preciosas el epíteto me bastapara execrarlas. Fui entonces a visitar la galería de mineralogía delMuseo de Historia Natural, donde constaté con gran sorpresa que ellibro había dicho la verdad, que su autor no era un virtuoso, sino unguía, un guía dedicado a comprender desde dentro maravillaspetrificadas, a fin de reconstituir, mediante una regresión apenasconcebible, su estado de indeterminación original?. E.M. Cioran?Piedras resume parte de la ductilidad del pensamiento de Caillois alhablar de una cuestión que la historia del arte bordea sin tregua yque nunca llega a analizar: las piedras que contemplan impasibles elpaso del tiempo y a partir de las cuales Caillois propone unareconstrucción del mundo?. Estrella de Diego