Una de las grandes fascinaciones de esta obra es la de hacernos sentir, junto a la inercia de la vida, la siempre renovada energía de la muerte, traducirla en un viento negro que zarandea las palmeras, hasta hacerlas enloquecer. Ese viento que cruza toda la obra y se calma sirve sin duda para hablar de los sentimientos de sus protagonistas; sin embargo, su fuerza parece trascender la misma misión que le fue encomendada y, una vez cerrado el libro, continúa sonando en nuestros oídos, con la advertencia de que volverá . Menchu Gutierrez