La fe cristiana, cuando se reduce a unas simples afirmaciones, no resiste el peso de la experiencia humana y el choque de las cuestiones que se plantean hoy en día. A falta de un lenguaje para expresar su fe que pueda corresponderse a su experiencia de adultos, muchos permanecen anclados en la fe de su infancia, o simplemente abandonan. Sin embargo, muchos cristianos han realizado una verdadera experiencia de creyentes. Han recorrido un itinerario que hace de la fe vivida con convicción e inteligencia un componente esencial para una real madurez humana. La experiencia cristiana no es un tratado de vida cristiana. Propone diversos recorridos que el lector, personalmente o en grupo, podrá realizar a su ritmo: la felicidad; la experiencia del creyente; el Reino; amar como Dios ama; la dinámica pascual; los encuentros; el aprendizaje de la oración; el pecado y el perdón; la Eucaristía; el hoy de Dios en el tiempo.