Hallar respuestas a las preguntas que genera la naturaleza humana nos hace oscilar entre la presunción de lo divino y la inquietud de lo monstruoso. Tal vez esa zozobra nos ha impedido deslindar el debate biológico del ideológico y la ciencia, que ha intentado definir patrones de normalidad y anormalidad, se enfrenta una y otra vez a sus propias contradicciones. Desde una sala repleta de máquinas secuenciadoras de DNA, situada en un remoto país boreal, alguien reflexiona sobre la obsesión clasificatoria de la ciencia y el poder creciente de la genómica para cambiar, con la fuerza de sus datos, nuestra sociedad. Dioses y monstruos es el poso de esa reflexión. Un recorrido por los tópicos morales que nuestra civilización ha ido recubriendo de razones científicas, con el fin de separar los ciudadanos ejemplares de los descarriados. Nuestra historia está repleta de prácticas eugenésicas contra colectivos, sospechas sobre actitudes sociales, sexuales y patológicas, condenas de la deformidad y el sufrimiento humano. Ahora sabemos que nuestro destino no está escrito ni en las estrellas ni en el DNA, pero resurge la tentación de volver a hurgar en la normalidad a través del genoma humano. Nuestro narrador nos enfrenta a los peligros que la verdad científica puede acarrearnos si seguimos ignorando que la ética, la libertad y la dignidad son factores indisociables de nuestra esencia humana.