Junto a los santos ortodoxos existen también los heterodoxos. Son aquellos en cuyas personas el pueblo llano fusionó creencias y tradiciones ancestrales. Aquellos que esconden bajo su capa cristiana cuerpos paganos, de dioses, genios, hadas, duendes, trasgos y ondinas, que la gente seguía venerando en el medioevo, después de haber transferido sus atributos a personajes de su época, muchos de ellos templarios. Surgen así, san frey Gerardo de Alarcón, san frey Xoán Pérez de Outeiro o san frey Bertrán Aymerich. Y surgen incluso las almas errantes, los fantasmas de diversos templarios anónimos, por los que el pueblo siente un temor reverente porque, en general, pertenecen a caballeros muertos en defensa de su honor y sus castillos. Pero también porque responden a una creencia ancestral: la de los espíritus protectores de los difuntos.