Vivimos tiempos de transición en materia de gestión de aguas. El plan hidrológico nacional impuesto por el gobierno supone un desencuentro con esa Nueva cultura del agua que demandan los tiempos y los retos de desarrollo sostenible. Pero supone también un desencuentro más con la Unión Europea. Más de cien nuevos embalses (en el paÃs con más infraestructura hidráulica del mundo por habitante y kilómetro cuadrado), junto a los polémicos trasvases del Ebro, vertebran un plan basado en las obra públicas subvencionadas como primera fase de una polÃtica que prevé implantar los libres mercados de aguas públicas.