El consejero cantonal es condenado a veinte a帽os de c谩rcel por asesinar a un profesor ante un mont贸n de personas, pero los testigos se contradicen, no seha encontrado la pistola y no hay hecho confesado. Un laberinto de enigmas donde la l贸gica queda malparada, la verdad y la mentira se confunden y la justicia se asemeja peligrosamente a una farsa.