En esta obra, que el autor consideraba uno de sus mejores trabajos, Don Juan se presenta con cuatrocientos años a sus espaldas para dar, una vez más, cuenta de su larga vida de lances y amoríos… Aunque por edad no anda ya para muchos trotes, todavía tiene fuerzas para introducirse en el cuerpo de un narrador y dictarle sus memorias, entre la magia y el sueño, abocado siempre a la seducción y condenado a vivir mientras alguien crea en su existencia…