Perros ahorcados es un diario en el que el protagonista no se ocupa de lo habitual en este género, sino de lo interior, de las sensaciones y experiencias vitales; pero no mucho de actividades sociales externas. En este diario, el autor no cena con nadie y no se anda con rodeos; como siempre en él, apunta a lo esencial: el gran problema de vivir. Ahora bien, a partir siempre de lo concreto, de lo muy concreto, de lo muy personal.