En la casa de doña Carola, la abuelastra de Casandra, se reúne en verano la familia y hay una serie de normas de conducta y horarios que hay que cumplir pero que sus jóvenes nietos intentan burlar. Hay una regla de obligado cumplimiento que nadie se atreve a transgredir: la hora de la siesta. Cada tarde, de tres a cinco, nadie se puede mover en la casa. Casandra, que no está acostumbrada a dormir a media tarde, se dedica a recorrer la casa en silencio. Se aventura por pasillos extraños, abre puertas prohibidas y descubre lugares misteriosos y una vieja historia que ha permanecido dormida en el caserón durante muchos años. Su descubrimiento perturba los muros de aquella casa y sacude en pocos días los cimientos y las costumbres de una orgullosa familia en la que ella es sólo una invitada.