Tiranizado por su padre, enfermo y solo, Kafka tiene mucho del protagonista de La transformación , la más imprescindible de sus imprescindibles obras. Muriendo en 1924, un año después del Putsch de Munich, se libró de ver el ascenso de Hitler al poder y de seguir la suerte de sus tres hermanas, que fueron asesinadas en los campos de exterminio. No sabemos qué obras maestras de la alucinación y la angustia pudieran haber surgido de semejante ordalía, pero la obra que alcanzó a escribir ya es de por sí extremadamente perturbadora. Su influencia ha sido enorme en la literatura, y de la espora de su apellido ha brotado ese helecho sombrío y amenazante: el adjetivo kafkiano. «La limpidez de su estilo subraya la oscura riqueza de su fantasía. Contrastes y unidad, estilo y asunto, forma y trama se integran a la perfección.»