Los hijos esperan recibir de sus padres, de sus abuelos, de sus hermanos, de todo el entorno familiar, las primeras luces que orienten su inteligencia, su corazón, su libertad, en los grandes campos de la formación humana, profesional, cultural, espiritual, religiosa. Ayudándoles a rezar, a elevar su corazón a Dios desde los primeros años de su vida, los padres ayudarán a sus hijos a descubrir una verdad decisiva para todos los ámbitos de su formación. Esta verdad es: la religión no es un dato más en la vida de los hombres. La actitud religiosa, el vínculo de cada uno con Dios, es la actitud radical y fundamental con que se pueden vivir, ya desde los primeros años y hasta los últimos, todos los hechos y situaciones de la vida.