Globalizaci贸n, mundializaci贸n: dos conceptos que arrastran su cortejo de fantas铆as, de odios y de sue帽os. En realidad s贸lo designan un fen贸meno de una extrema simplicidad: la diseminaci贸n del mercado por casi todos los pa铆ses del mundo y su extensi贸n progresiva a esferas cada vez m谩s numerosas de la actividad humana. Se trata de un fen贸meno de una potencia infinita: el mercado constituye una fuerza de una brutalidad sin l铆mites. Si a ello se suma la vertiginosa transformaci贸n de las tecnolog铆as de la informaci贸n, puede decirse que estamos frente a un ciclo de crecimiento que no se parece a ning煤n otro que hayamos conocido. Hemos entrado, siguiendo las palabras de Marx, en un nuevo estadio del capitalismo, pasando del capitalismo empresarial al patrimonial, dominado por los accionistas y los consumidores. Esta nueva forma hace tambalear los Estados, los sindicatos, los equilibrios socioecon贸micos laboriosamente elaborados desde 1945, pero no est谩 en condiciones de imponer su dictadura. Precisamente lo propio del capitalismo, su virtud cardinal, es imponer a la econom铆a y a la sociedad una tensi贸n que es al mismo tiempo constructora y destructora. Si el modelo socialdem贸crata fue propio del capitalismo empresarial, 驴qu茅 nuevo contrato social habr谩 de cumplir el capitalismo patrimonial? Alain Minc dedica a esta cuesti贸n de fondo el presente ensayo, analizando las relaciones sociales, los mecanismos de enriquecimiento, la cuesti贸n del empleo y la exclusi贸n, y el impacto de Internet en la econom铆a y la cultura, rasgos todos que cincelan el siglo que comienza.