Si, como dice Luis Hornstein en la introducción, un psicoanalista es una trayectoria y no alguien con fueros especiales, es posible observar en su propio recorrido -a través de TeorÃa de las ideologÃas y psicoanálisis (1973), Cura psicoanalÃtica y sublimación (1988), Práctica psicoanalÃtica e historia (1993) y Narcisismo (2000)- un conjunto de preocupaciones y elaboraciones que a la manera de un hilo conductor permiten vislumbrar su modo de concebir la práctica psicoanalÃtica y de leer sus fundamentos teóricos. Se trata de elaboraciones que se enuncian más como interrogantes que como formulaciones cerradas. Cómo construir un psicoanálisis contemporáneo, abierto a los intercambios con otras disciplinas y al desafÃo que impone cada coyuntura sociocultural, sin por ello perder especificidad ni rigor. Cómo producir un pensamiento teórico que, siempre anclado en la clÃnica, sea capaz de desafiar los dogmatismos y las falsas seguridades de parroquia. De qué manera abordar la complejidad propia del sistema psÃquico, entendiendo éste como sistema abierto, que oscila entre la redundancia y la imprevisibilidad, entre la repetición y la novedad. Con qué herramientas introducir lo intersubjetivo en la teorÃa y en la práctica clÃnica, sin injertar ni disfrazar una teorÃa solipsista con una cobertura vincular. Interrogantes y propuestas desde los cuales pensar la intersubjetividad y sus transformaciones en el análisis (y por qué no decirlo, en la vida misma). ¡Adiós mito de la mente aislada que piensa al sujeto como un cóctel de pulsiones endógenas! Con un estilo llano que intenta no agregar complejidad literaria a ideas ya de por sà complejas, el autor va conformando un entramado en el que identidad y alteridad, intersubjetividad y constitución subjetiva, vÃnculos actuales y autoorganización, narcisismo patológico y trófico, se van ensamblando hasta esbozar una teorÃa del sujeto que contempla no sólo el deseo y la represión, sino también su capacidad crÃtica y creadora.