El siglo que termina ha visto la lenta descomposici贸n del pensamiento moderno. Incluso ha dejado percibir signos precursores de lo que podr铆a ser una nueva forma de pensar. El cambio afecta, entre otros campos, la organizaci贸n de las sociedades humanas. Dos ideas forman parte de la modernidad; ambas derivan del concepto de una raz贸n universal y 煤nica, igual en todos los hombres y en toda 茅poca. El Estado-naci贸n es la primera. El Estado-naci贸n es una construcci贸n racional; el mundo entero es, para el pensamiento moderno, un escenario donde se enfrentan Estados soberanos. El progreso hacia una cultura racional es la segunda idea. Porque s贸lo hay una cultura conforme a la raz贸n: la occidental, de ra铆ces griegas y cristianas; las dem谩s tienen valor como estadios en evoluci贸n hacia esa cultura superior. As铆 como la Revelaci贸n es una, as铆 tambi茅n la Raz贸n s贸lo puede dar lugar a una forma de civilizaci贸n. Si algo han anunciado nuestros d铆as es el fin de esas dos ideas. Los nacionalismos llevaron el mundo al borde de la destrucci贸n; el secuestro de la raz贸n en una cultura, al genocidio y la esclavitud. Es necesaria una nueva visi贸n. En lugar de ver el mundo como una palestra de lucha entre Estados, verlo como una unidad de pueblos, de regiones, de etnias. En vez de subordinar la multiplicidad de culturas a una sola manifestaci贸n de la raz贸n, comprender la raz贸n como resultado de una pluralidad inagotable de culturas. Los ensayos reunidos en este volumen intentan capturar un aspecto de esa doble visi贸n.